lunes, 14 de abril de 2014

Un extraño en aquel café

Había pasado ya más de un año y todo parecía marchar de la mejor manera, mi vida transcurría de una forma que solo me indicaba que ya me encontraba bien, en mi cuerpo solo quedaban cicatrices de aquellas lecciones que ese amor me habían causado.
Me levante de temprano como de costumbre, me dirigí al baño a prepararme para el día que tenía por delante, me sentía esperanzado y lleno de vida, felicidad? Si! Parecía ser eso justamente lo que corría en ese momento por mi cuerpo, no podía d
ejar de pensar en cómo resolvería los posibles problemas que se me podrían presentar, todo esto las mejores expectativas. El día transcurrió como de costumbre y salí temprano del trabajo, y me encontraba en aquél café como de costumbre, meditando en mis metas y pensando en cómo mejorar mi actual estado, que en realidad era bueno; me vi escribiendo una lista de lo que parecían metas a corto plazo donde me debatí entre colocar o no una última meta, terminé colocándola… Cuando terminaba de escribirla escuche una voz insistente casi encima de mí:
-“Pareces cuestionarte si mereces o no eso ultimo de CONSEGUIR PAREJA”
Sin ver quien era no pude evitar ruborizarme al punto de quizás acalorarme un poco, para mi sorpresa era un desconocido, cuando lo miré me di cuenta que realmente no le conocía, sin embargo me fue muy agradable ver su rostro y aquellos ojos café insistentes, me costaba luchar con esas ganas internas de seguir mirando aquel rostro, me bastaron menos de 30segundos para darme cuenta que era hermoso…
-Pareces muy seguro de ti mismo para leer lo que un extraño garabatea en la servilleta de su café.
Él se rió, como en tono de burla y desafiante mientras respondía:
-Jaja! Nada de eso, simplemente trataba de ser amable y quizás con suerte ayudarte en ese dilema tuyo con lo último que “garabateaste”.
-Bueno, señor extraño agradezco el interés pero no gracias, creo que yo mismo soy capaz de arreglármelas.
-Puedes llamarme Ian, y si me permites acompañarme quizás pregunte tu nombre y acompañe en tu tarea de “garabatear” en servilletas, créeme un poco de compañía no te caerá mal.
La verdad es que me daba mucha pena decirle que se sentara, no quise verme interesado, por lo menos no tan rápido pero la verdad es que me costó un poco levantar aquella pared con la que solía cuidarme de esos rostros bonitos, le ofrecí un asiento me presente.
-Ok Ian, me llamo Andrés y puedes sentarte donde quieras, eres libre de hacerlo siempre y cuando no seas un psicópata interesado en mis órganos.
El sonrió mientras me comentaba que tenía 23 años y trabajaba en la zona y que se alegraba de conocerme, que siempre me veía alrededor de las 5pm tomando un café por aquí. Yo después de unos pocos minutos me sentí a gusto y converse con él de una manera amigable, algo que me parecía muy sencillo pues se veía interesado y hacia las preguntas correctas, mientras me contaba lo mucho que le gustaba su trabajo yo no podía dejar de ver aquella sonrisa que parecía ser perfecta, era ideal para su rostro, y esos huequitos que parecían nacer en sus cachetes cuando algo le causaba gracia. Cuando empezó a oscurecer nos despedimos quedando de acuerdo para encontrarnos en el mismo lugar al siguiente día, con la excusa de tomarnos otro café, guarde su numero que insistió escribir en mi ante brazo con su pluma personal, la verdad es que cuando me tomo para escribir fue como fuego, sentir aquella mano fuerte y suave tomándome con esa seguridad, al momento de decir hasta luego no sabia yo que hacer y fue cuando le estire la mano, sin embargo el miró mi mano y luego se volvió a mi rostro dedicándome una sonrisa que no dejaba de sorprenderme, mientras se acercaba para darme un abrazo que hizo detener el mundo a mi alrededor, fue cálido y pude sentir su aroma que parecía ser un caro perfume que realzaba su belleza, me sentí diminuto ante aquel abrazo que no quería que terminara nunca, a los pocos segundo me dio un beso en la mejilla que me hizo sonreír y responderle con otro. Nos despedimos y esa noche al llegar a mi habitación sentí miedo, miedo de que afectara aquella buena actitud en la que me encontraba, le hablé a mis amigos esperando consejo alguno, sin embargo todos concluimos en lo mismo, de nada valía no intentarlo pues como sabría si había llegado algo para mi si sencillamente no lo intentaba y Ian parecía interesado, y al llegar me había dejado un mensaje en la contestadora deseándome buenas noches, a ustedes que leen esto no sabría decirles si esto concluirá bien, o si sencillamente es otro chico bonito que conocí y que todo terminara antes que inicie, lo que si puedo decirles es que me siento esperanzado y sin importar lo que pase mañana hoy decidiré ser feliz, y disfrutar esto que el conocer a Ian me hace sentir, buenas noches.




domingo, 13 de abril de 2014

Noche de Invierno

Era una noche de diciembre, fría pero acogedora (quizás se debía a nuestro cuarto que para entonces era nuestro hogar). Había terminado mi mejor amigo Ian de darse un baño tibio, toda la habitación se inundó de vapor que provenía de nuestro baño que quizás ayudo a disimular lo que yo estaba haciendo.
Ian venia de una práctica de voleibol, preparándose para los juegos de inicio de semestre, había llegado muy cansado y dejado toda la ropa en la entrada del baño, incluso su bóxer en la manilla de la puerta del baño. Al llegar de la práctica, mientras me contaba entusiasmado lo que había disfrutado jugar un partido con su propio equipo, se fue quitando la ropa. Mientras hablaba todavía corrían algunas pocas gotas de sudor que luchaban por seguir su camino entre los pocos vellos cortos que resaltaban de una manera muy masculina su definido pecho pálido. Se apuraba por irse a bañar pues el frio estaba empezando a erizar su piel desnuda, tensa pero suave y cálida por lo menos en mi perspectiva. Una vez en boxers de corte bajo que marcaban de una manera incomparable lo dotado que estaba mi buen amigo, además de parecer que luchaba por ser libre de aquella ligera y traslucida tela blanca, un poco húmeda por el ejercicio. Sus piernas eran cada día más definidas, sabía que no estaba asistiendo a ningún gimnasio, sin embargo estaban creciendo y sus vellos claros parecían adornar aquel hermoso cuerpo.  Me dio la espalda dirigiéndose al baño mientras que con una mano agarraba su ropa interior y la dejaba en la manilla de la puerta. Dejando en evidencia sus grandes nalgas, pálidas y que definitivamente eran lisas suaves además de endurecidas por el deporte, con una fina capa bien distribuida de vellos que solo fueron visibles mientras cruzaba la habitación por la luz tenue del baño. Ahí me encontraba, y no pude evitar ver mi entrepierna, pues tenía yo solamente un pequeño interior de liga gruesa, empalmado de una manera que me sentí avergonzado pues Ian seguramente se había percatado de ello mientras hablábamos, además que no podía dejar de ver aquel cuerpo, ruborizándome como si fuese la primera vez que mi mejor amigo se quedara sin ropa en mi presencia; a pesar de esto me vi tocándome y gimiendo en mi cama con las luces apagadas, estaba muy lubricado como si acabara de pasar una boca dulce y tibia por mi miembro. Cuando de repente salió Ian, y toda la habitación  se inundó de vapor que provenía de nuestro baño que quizás ayudo a disimular lo que yo estaba haciendo. Ian tenía una toalla muy corta que alcanzo para secar sus hermosos cabellos oscuros, podía ver como goteaba por todo su cuerpo toda esta humedad que yacía en el, formando gotas que brillaban por la luz que entraba delicadamente por nuestra ventana, yo me sobresalte y me puse la sabana encima. El al notar esta reacción rápidamente pareció entender que estaba pasando, y sencillamente me dedico una tierna pero pícara sonrisa, levantando un poco las cejas de manera tal que entendí que él se había percatado de todo. Con esto me dio la espalda y se colocó frente a su ropero el cual tenía un espejo por el cual me seguía viéndome mientras buscaba ropa seca, en esto dejo caer su toalla, dejando desnuda aquella perfecta y arqueada espalda, húmeda por el vapor que provenía de la ducha, además de que dejo en evidencia su pene, finalmente, tenía mucho sin verlo pues hacia mucho que no llevaba una chica a la habitación. Mi atención se concentró en su pene, que parecía no tener ni un solo vello como si nunca hubiese tenido uno, aquel pene que ya estaba erecto como si mucha sangre fluyera a través de él. Tenía rato viéndolo, cuando me percate que él no se movía, y levante mi mirada y mi sorpresa fue que él estaba viéndome, sonriéndome mientras pasaba su mano por su entrepierna, apretando su pene como dando a entender que él tenía el control.  Fue cuando dijo, Tienes rato viéndome Adres, desde que llegue y te conté de la práctica pude notar que me mirabas de esa forma en la que te pillo cuando Daniela se queda por lo sábados –Y volvió a sonreír- Y ahí está, esa carita que haces cuando te sientes apenado.  Diciendo esto se dio la vuelta y sin tomar nada se dirigió hacia mí, llegando a mi cama vio lo húmedo que me encontraba y mis sabanas ya no podían ocultar, estaba muy excitado y nervioso. El volvió a sonreír y yo me puse mucho más nervioso, tomándome por el cabello me acerco hacia su rostro colocando su mejilla contra la mía, dijo suavemente: Podemos divertirnos un poco esta noche, si quieres (dándome un beso en el cuello). Esto me hizo estremecerme de una manera que solo había experimentado en sueño, sueños con El, acto seguido acerco mis labias hacia los suyos y nos besamos, mientras loa hacia se montó sobre mi cama, su cuerpo a esa temperatura junto al mío hacia que olvidara todo el frio de aquella noche, rápidamente me quite la ropa interior y apoyo todo su cuerpo sobre el mío. Mientras nos besamos el solamente me acariciaba, de una forma que solo pensé que lo hacía con Daniela, sin embargo lo hacía de una manera más especial, lo hacía con sentido de pertenencia, me trataba con un cariño que me hacía pertenecerle, pues no podía ser de nadie más, sus besos y sus abrazos nos unieron de una forma que ni con las mujeres más hermosas Él lo había logrado. Podía sentir cada parte de su cuerpo contra el mío, su cuerpo tibio calentándose cada vez más, exaltando cada sensación las caricias que nos hacíamos; sus vellos sobre mi cuerpo simulaban una sensación de abrigo incomparable, como suave seda por todo mi cuerpo. Su pene se sentía muy caliente, mucho más que cualquier parte de su cuerpo, aquí fue cuando se puso de rodillas y me dedico una mirada de deseo y pasión,  una mirada que no requirió de palabras para expresar lo que él quería, y yo sabía, acto seguido me acerque y empecé a besar su pezones, adornados de delgados y suaves vellos  que me hacían querer besarlos más, mientras él se estremecía de placer y me presionaba contra su fuerte pecho, ruborizado por la excitación. Fui bajando hasta llegar a su pene, el cual estaba erecto y muy firme, grueso; era un pene hermoso, simétrico, nada tosco y muy aseado, del mismo color que su abdomen, y suave como aquellas nalgas que no podía dejar de tocar mientras besaba. Bese su pene hasta meterlo en mi boca, no se para quien fue más  excitante aquella acción pues el gimió de una manera inigualable y solo me pedía q no parara que se lo besara más y lo sintiera mío, que lo comiera a besos, mientras que para mí era como un dulce y exótico fruto, dulce al paladar que llenaba mi boca de fluidos caliente que indicaban cuan excitado se encontraba mi Ian, continúe haciéndoselo, algunas veces con dificulta pues era muy grande, pero tanto placer le causaba que simplemente no podía para, ver a Ian, mi Ian retorcerse de placer por mí, era un imagen que había anhelado toda mi vida, él se contraía de una manera y gritaba mi nombre tomándome por la cabeza con mucho amor e insistencia, todo esto mientras yo me la hacía con mi mano, cuando de repente unos fuertes movimientos y contracciones en su abdomen dieron lugar a el fruto de aquel acto, se vino en mi rostro  que de tanto movimiento hizo que me cayera por la parte baja de la barba, ante tanto placer yo me vine también, y esto hizo que me llenara de una forma incomparable de amor por él, pero fue cuando me di cuenta y volví a nuestra realidad, era mi amigo Ian, mi amigo heterosexual que había tenido al parecer una buena noche con su amigo Andres, pero en esto sin ningún tipo de repulsión me acerco y me dio un beso enorme  posando su cuerpo sobre el mío una vez más, nos acurrucamos en mi cama limpiándonos con unas toallas, y nos unimos en un abrazo que no daba lugar a aquel frio, durmiéndonos y despertándonos a mitad de la noche con besos en las mejillas y volviéndonos a dormir. Esa fue la forma en la cual nos enamoramos, una noche de invierno que se transformó en el momento perfecto para el nacimiento de nuestro amor.

Fin